martes, 28 de noviembre de 2017

Mis amigas peligrosas y preferidas

Día 1: En mi casa y en la escuela me han dicho que debo cambiar mi apariencia, arreglarme de otra manera, maquillarme, peinarme diferente, estar más a la moda, pero sobre todo, bajar de peso por que tengo kilos de más. Día 2: Intento peinarme de mil maneras, me maquillo del mismo color que la ropa que traigo puesta, salgo de compras al centro comercial y escojo unas prendas de un aparador, entro al probador a medirmelas y me encuentro con algo triste y desagradable, LA ROPA QUE ESCOGÍ ME QUEDA CHICA. � pero aún así me la llevo por que comenzaré una nueva vida de ejercicio y una dieta balanceada. Día 3: después de un día de trabajo y ejercicio me subo a la báscula para ver resultados, pero la bascula se rie de mi, sólo eh bajado 3 gramos y aún no me queda la ropa, para la cena eh preparado té y un plato de fruta, creo que comer más sano me ayudará. Día 4: El hambre me despierta, siento deseos de comer algo, pero aún recuerdo aquella ropa nueva que no eh estrenado y mejor cierro el refrigerador para vestirme e ir al gimnacio, aquellas prendas esperaban por mi, mi meta era ponermelas lo más pronto posible, así los chicos se fijarían en mi y por fin dejaría de ser "la gordita" de la familia, regresé del gimnásio y mi refrigerador esperaba en vano que quisiera probar alguna de las delicias que tenía adentro, sin embargo un poco de lechuga sería lo mejor para mi estomago hoy.
Día 5: abrí mi closet para sacar mi báscula de baño, me duché y me pesé, ¡Dios mio!, aún seguía igual, sólo 6 gramos menos, esto se está convirtiendo en un reto para mi, volví al gimnásio y estuve en rutina por 2 horas, llegué a casa y fuí a dormir, estaba tan cansada como para comer siquiera, desperté, tomé un vaso con agua y volví a la cama para ver televisión y volver a dormir. Día 6: Me levanté temprano para ir al gimnásio, volví a mi rutina de 2 horas de ejercicio, no volví a comer, no podía pensar en otra cosa más que en esos vestidos, faldas y blusas que compré y que era necesario estrenar, llegué a casa y me subí a la báscula y no lo podía creer, había bajado sólo 1 kilogramo, es estresante, así que aumenté una hora más de ejercicio al día y también entrenaba por la noche durante 3 horas, de la comida ya casi me estaba olvidando. Día 7: yo seguía ejetcitándome, estaba segura de que así lograría más rápido alcanzar mi meta, me miraba en el espejo y aún seguía estando gorda, aunque la báscula me decía que había bajado 3 kilos, el espejo me decía "ERES UNA GORDA". Día 8: hice mi rutina acostumbrada por la mañana, pero recibí la invitación de unos amigos a comer, acepté aunque la idea y fuī, todos comían y bebían alegremente, mientras yo solamente los observaba, eso los asombró y me preguntaron ¿por qué no comes?, yo les dije que ya lo había hecho antes de llegar a la reunión, aunque creo que no me creyeron, pero hubo alguien en especial que me dijo " estas más delgada, te ves muy bien", eso me alentó a seguir con mi meta. Día 9: Me levanté como de costumbre y fuí al gimnásio, regresé a casa y me pesé, 6 kilos menos, aún es muy poco, me dije y tomé agua y fuí directo al trabajo, era el cumpleaños de un compañero de trabajo y llevaron un gran pastel de chocolate, me sirvieron una rebanada, comí un pequeño trozo e inmediatamente sentí una necesidad de ir al baño, me miré al espejo y me toqué el estómago, tras de mi salieron 2 chicas de los sanitarios, las 2 traían bolsos caros y de moda, cabe mensionar que eran muy delgadas y algo fúnebres de la cara, yo nunca las había visto antes, sin embargo me miraron fijamente y me preguntaron, ¿qué te sucede? ¿A caso te estás dando cuenta de lo gorda que luces?; mi expresión de desconcierto me delató y les pregunté temerosa ¿quienes son ustedes? Una me dijo, Yo soy Ana, la chica más popular entre las chicas populares, la otra contestó, Me llamo Mía, soy una de las más populares y una de las más queridas por las chicas. Ambas queremos ser tus amigas y ayudarte a que pronto puedas ponerte esa ropa nueva de tu closet, pero debes ser muy fiel a nosotras y hacer lo que te digamos ¿entendiste?, nosotras odiamos a la gente gorda, no la soportamos, así que debes ser perfecta como nosotras si quieres ser nuestra amiga ¿entendiste?, Claro, contesté, y al instante me dijeron: "ese trozo de pastél te hará engordar, sácalo, toma laxantes y diuréticos decía Ana, mientras que Mía me decía: eso no sirve, mejor vomíta, sacalo de tu organismo tan rápido como puedas. Así que fuí al excusado y forcé a mi estómago y a mi bóca a sacar ese mendrúgo de pastél, duré largo tiempo ahí hasta que logró salir por mi boca, después de eso me dijeron: " Bien hecho, ya puedes ser nuestra amiga" y de inmediato desaparecieron. Yo estaba satisfecha y al mismo tiempo arrepentida por haber comido ese pastel, juré entonces por mis nuevas amigas que lucharía por ser perfecta cada día, ser perfecta como Ana y Mía.


Día 10: Despertaba como de costumbre para ir al gimnásio, me puse el mejor pants, me anudé los tenis y salí, iría trotando hasta ayá, de repente sentí un ligero mareo, y una sensación de desvanesimiento, mi vista empezó a nublarse y sudaba frío. Me senté a descansar en una banqueta hasta que el malestar se pasó, en ese momento llegaron Ana y Mía no sé de donde, ¿te sientes mal? Me preguntó Ana en un tono burlón, yo estaba confundida, pero lúcida, - no es nada, fué solo un mareo, pero ya pasó. - Es natural, ya te irás acostumbrando. dijo Mía mientras bebía agua de un thermo de plástico. Levantate y sigue, que aún pareces pelota de baloncesto, esa ropa sigue esperandote. Seguí trotando y no paré hasta llegar al gimnásio, todo transcurrió normal, llegué a casa y entré a mi cuarto a dormir, de la comida ni me acordé, tenía mucho sueño como para comer. Día 11: Era el día de acción de gracias. Mi madre daría una cena en casa, tuve que aceptar la invitación por mis parientes, hace mucho no los veo y me gustaría ponerme al día con ellos. Ya en casa, miraba toda la cantidad de comida que preparó mamá para la ocasión, yo no sabía si llorar, salir corriendo o esconderme en algún lugar; sabía que si comía por lo menos un trozo de algo engordaría y todo lo que había hecho hasta ahora se iría por la borda. Así que para que no sospecharan me serví un bocado de ensalada, pero entre más lo miraba más me convencía de no comerlo, pero sin embargo lo probé, luego mientras todos estaban distraidos con la fiesta fui al tocador y me recargué de espaldas a la puerta, de repente Ana y Mía estaban frente a mi, me seguían a todas partes, Ana me veía siempre con burla reselo, ¿no me digas que te comiste esa ensalada? ¿Sabes cuántas calorías acabas de comerte? No puedes hacer eso, tienes que sacarlo, VOMITA, HAZLO YA! Mía me gritaba con voz de mando, abrí la tapa del inodoro y metí mi dedo hasta la garganta, después de unos esfuerzos logrō salir aquel bocado de ensalada. Por fín había sacado el montón de calorías de mi cuerpo.
Día 12: Había llegado gente importante a la empresa donde trabajo, al ser la becaria tenía que agendar la reunión de los ejecutivos con los nuevos inversionistas, debía ser en un buén restaurante, todo estaba listo, llegamos al restaurante y mi jefe pidió que nos trajeran el menú, yo no sabía que hacer, no sabía que pedir, todo lo que había ahí tenía carne y grasa, así que sólo pedí un café, mi jefe estaba desconcertado pero no me hizo preguntas, la junta fué todo un éxito, después de ese día de trabajo fui al Gym y realicé mis 3 horas de ejercicio, Ana y Mía aplaudieron mi determinación y mi fuerza de voluntad desde una escaladora, - Pronto serás como nosotras, me gritaban desde lejos mientras alzaban sus pulgares en signo de aprobación, todo marchaba de maravilla. Día 13: me levanté muy temprano y saqué la bascula del baño, subí a ella y lo que ví fué maravilloso pero no suficiente, había bajado 8 kilos, pronto me vería tan delgada como mis amigas, eso me hacía sentir muy bien y con ánimo de seguir, realmente amaba a esas 2, sus consejos eran lo mejor. Día 14: Era el cumpleaños de papá, mis hermanos harían una fiesta en casa y todo estaba listo, llegué a la hora acordada y pronto comenzó la celebración, todo el mundo me observaba y me decían, "que bien te ves" "estás guapisima" y aunque yo sabía que no era cierto, yo no decía nada. Llegó el momento de la merienda y yo solamente picoteaba con el tenedor el plato de comida, a lado mio estaba Ana, mirando de reojo el contenido de mi plato. - No puedes comer eso! Exclamaba en tono de rechazo, - quizás deberías darselo al perro a que se lo coma, apuesto a que eres tan cobarde que no lo harías frente a tus invitados. Eso lo sentí como un reto, así que tomé mi plato y llamé al perro disimuladamente, cuando ya estaba a lado mío le heché la comida al piso para que la comiera, Ana y Mía vieron esto desde la ventana del comedor y aplaudían gustosas, - Te felicitamos, gritaron von euforia, pronto serás una verdadera princesa como nosotras. Me mandaron un beso y se marcharon. Realmente lo estaba logrando. Día 15: Seguí con mis ejercicios matutinos, todo iba bien, hasta que de repente sentí una opresión fuerte en el pecho y una falta de aire espantosa, descansé un poco y cuando menos esperé llegó Ana y se sentó junto a mi, -¿Es tu corazón lo que te inquieta? No temas, te dolerá a ratos, pero la belleza cuesta, cuesta mucho y el ser perfecta lo vale, no te rindas que ya casi lo logras. Esas palabras me hicieron más fuerte, pasó el malestar y continué con los ejercicios, llegué a casa y prendí el televisor, me senté en el sofá hasta dormirme, la comida aún brillaba por su ausencia, pero eso no me importaba, ser princesa, la princesa perfecta era mi meta principal, ser como mis amigas era lo que más me importaba.


Día 16: Después de una semana y media de buenos resultados, seguí con la rutina de ejercicio y la restricción de comida, pintaba para ser un buen día, cada vez perdía más peso y mis huesos ya empezaban a notarse. Salí de casa y caminaba hacia la parada del autobus para llegar al trabajo, cuando de repente mi vista se nubló por completo, sentía mi cuerpo pesado y a la vez de hule, mi brazo izquierdo me dolía tanto como si me hubiesen golpeado y sin poder detenerme caí al piso inconsiente. Mamá y papá estaban conmigo en un cuarto de hospital, los médicos me vigilaban la ingestión de comida, había perdido ya 10 kilogramos apresuradamente, eso alarmaba a los médicos y a mis padres. Ana y Mía no llegaron esta vez, tal vez estaban ocupadas con otras chicas, sin embargo quería que estuvieran aquí, ellas eran mi única compañía, seguí esperando, pero ellas nunca llegaron. Día 17: Aún en el hospital, los médicos le dieron el diagnóstico a mis padres de lo que estaba pasando, ANORÉXIA NERVIOSA. ¡Eso es una mentira! Exclamé, yo sólo estoy a dieta y haciendo ejercicio, eso es todo, no tengo eso que están diciendo, yo solo quiero ponerme unas prendas nuevas que compré, eso no es tener anorexia, lo negué y me enojé por lo que habían dicho. Ese día Ana y Mía me miraban desde afuera de la habitación, movían sus labios diciendo "ánimo, tu puedes, pronto serás perfecta como nosotras" y yo me sentía muy bien por su visita. Día 20: Después de estar casí una semana hospitalizada me quedé en casa de mis padres, ellos todo el tiempo vigilaban que comiera y durmiera a mis horas, aunque Ana me había dado un consejo para sacar la comida tomando laxantes y diuréticos, gracias a eso no engordé durante mi estancia en casa, ese día Ana fue a visitarme y me dió ánimo y fuerzas para seguir adelante con mi meta - cuando llegues a 45 por fin serás toda una princesa, exclamó Ana con cierta alegría, sólo te faltan 15 kilos menos, pero lo estás logrando muy rápido, sigue así princesa. Tomó su bolso y se fue, me dió gusto ver a una de mis 2 mejores amigas conmigo. Día 21: me levanté para hacer ejercicio, cada día me miraba al espejo y veía toneladas de grasa en mi abdomen, sentía que rodaba como un balón, así que seguí con mis ejercicios y bajé a la mesa, tomé un jugo verde y me fuí al trabajo, ese día mamá había preparado fruta y pan cakes para el desayuno, Ana apareció de repente, parecía que alguien la habīa alertado de mi almuerzo, -¿No estarás pensando en comerte eso verdad? , recuerda que tienes que ser una princesa para poder ponerte esos vestidos nuevos, sólo son 15 kilos, no desistas, tu puedes. Sus palabras me dejaron más convencida, así que dejé mi almuerzo en el porta viandas y volví al trabajo, me esperaba un día bastante ajitado, aunque nadie sabe lo que pasaría después.





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